Después de que el
cine chino pasó por un largo período de inactividad
y retroceso, provocado por la revolución cultural del
maoísmo, a mediados de los 80 se convirtió en
la revelación mundial de la década, gracias
al surgimiento de la Quinta Generación de cineastas.
Conocida así por haber reiniciado en ese orden las
actividades de la escuela de cine de Beijing, esa generación
demostró que el cine chino no tenía por qué
apegarse al simbolismo y la propaganda política de
antaño. Realizadores como Chen Kaige, Zhang Yimou y
Tian ZhuangZhuang fueron nombres que empezaron a hacerse familiares
en los festivales internacionales. Quizás el momento
más significativo del fenómeno fue cuando Sorgo
rojo, la ópera prima de Zhang (en China se escriben
primero los apellidos y luego los nombres propios) obtuvo
el Oso de Oro en el festival de Berlín de 1988. A partir
de ese momento, el otrora cinefotógrafo que había
colaborado en las realizaciones de su compañero Chen,
se volvió la figura sobresaliente del movimiento, con
obras tan logradas como Ju Dou, Los faroles rojos o Vivir.
No es de extrañar
que la renovación no fuera aceptada por las autoridades.
La mirada crítica hacia el pasado y el cuestionamiento
de ciertos elementos sociales despertaron la hostilidad de
la censura. Varios títulos --como Adiós a mi
concubina, de Chen, ganadora de Cannes en 1993-- fueron prohibidos
en su propio país. Mientras otros realizadores como
Zhou Xiaowen han visto su carrera obstaculizada desde la producción.
Hacer especial mención a la película Tigre y
Dragón que en el 2001 se convirtió en un hito
del cine chino moderno.
En Taiwán las cosas
fueron diferentes. El surgimiento del cine de autor fue también
un movimiento generacional con una inicial censura por parte
del gobierno, pero no ha impedido la aparición de directores
como Hou Hsiao-Hsien y Tsai Ming-Liang, de estilos contemplativos
y narrativas desdramatizadas. A la vez, Ang Lee ha probado
ser el más exitoso con una carrera posterior en Hollywood.
La producción cinematográfica
de Hong Kong, colonia británica hasta 1997, se mantuvo
boyante desde los 70 con géneros como las artes marciales,
la cinta de época y el thriller policiaco. Directores
expertos en filmar acción de una forma hiperbólica–John
Woo es el más notable—no han tenido problema
en adaptarse a Hollywood. Pero es Wong Kar-Wai quien mejor
ha reflejado la nueva sensibilidad, contando historias de
desamor como si estuviera reinventando el cine.
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